En un contexto donde por la cuarentena y el aislamiento social, se vieron reducidas las “cajas” del narco menudeo callejero, la prostitución y el juego clandestino.
Se inició la segunda semana de septiembre una serie de amotinamientos en la policía de la provincia de Buenos Aires en reclamos de tipo “salarial” y de “condiciones laborales”. Claro que todo impulsado por la gigantesca mafia policial. Desde el propio gobierno provincial salieron a aclarar que habrá un aumento de sueldo para la policía.
La guerra hibrida ahora podría estar trasladándose al aparato represivo del estado capitalista usando su componente mafiosos. Hay que señalar que la policía continua en sus protestas mientras siguen portando armas y en tal sentido se encentraron en 9 de septiembre frente a la residencia presidencial exigiendo la presencia del presidente. Todo esto de hecho favorece a la incipiente guerra hibrida contra el gobierno de Alberto Fernández en Argentina.
Hay que señalar como antecedente regional los motines policiales que precedieron al golpe pro-imperialista en Bolivia contra Evo Morales.
Debe haber una condena de parte de los trabajadores de las condiciones y objetivos de la protesta policial, incluyendo el pedido de sindicalización de la misma policia.
No debe de haber ninguna confianza en el gobierno de Alberto Fernández, que se mostró conciliador con golpismo policial. Sosteniendo frente a la protesta policial que era “sensible” sus reclamos y anunciando un fondo fiscal para la provincia de Buenos Aires para atender los “reclamos” de la propia protesta policial. Esto es extensivo al propio gobierno provincial bonaerense de Kicillof que el 10 de septiembre ya anuncio una seria de concesiones económicas al “reclamo” policial.
Por el contrario debe de haber la máxima condena al accionar del aparato represivo contra la población trabajadora como se vio en el caso de Facundo Castro.
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