Por León Carlos
La Federación Rusa y China informaron al Consejo de Seguridad de la ONU la existencia de al menos 36 laboratorios operados por funcionariso y financiados por Estados Unidos para desarrollar armas biológicas. La denuncia fue presentada con pruebas irrefutables y confesiones de miembros del propio gobierno estadounidense. En Ucrania, muchos de estos laboratorios han sido incautados y están disponibles para su investigación. Los principales medios de comunicación occidentales restaron importancia a la gravedad del asunto, mientras que los medios rusos fueron bloqueados en Ocidente.
La acusación rusa es al propio Hunter Biden -hijo de Joe Biden, actual presidente de Estados Unidos- de financiar laboratorios biológicos en Ucrania. Hunter Biden fue quien asumió la dirección de la principal empresa de gas ucraniana, Burisma, poco después del golpe de Estado que tuvo a las fuerzas nazis como escuadrón antidisturbios e instauró un gobierno pro-EEUU en Ucrania en 2014. Golpe orquestado por el gobierno Obama-Biden. El presidente de la Duma estatal rusa (cámara baja), Viacheslav Volodin, exigió el 24 de marzo una explicación del jefe de estado estadounidense, Joe Biden, sobre los vínculos de su hijo Hunter con los experimentos militares de los laboratorios biológicos ucranianos en Ucrania.
“Señaló que el fondo de inversión que dirige su hijo es uno de los financiadores de la investigación e implementación del programa biológico-militar estadounidense en ese país. 'Obviamente, Joe Biden, tanto como padre como jefe de Estado, sabía de estas actividades', opinó Volodin". (Rusia acusa a Hunter Biden de financiar biolaboratorios en Ucrania)
Esta política de cercar a Rusia y China como preparación para el terrorismo biológico en la expansión de la OTAN no es nueva.
“Rusia ya acusó a Estados Unidos en 2018 de realizar en secreto experimentos biológicos en un laboratorio en Georgia, otra ex república soviética que, al igual que Ucrania, tiene ambiciones de unirse a la OTAN y la Unión Europea”. (Rusia acusa a EEUU de haber financiado programa de armas biológicas).
Lo que demuestra que la campaña de terrorismo biológico del imperialismo no es una novedad, sino una política de Estado independiente de los sucesivos gobiernos en Washington.
Los propios funcionarios del imperialismo de los EEUU, ante la evidencia, confirmaron la existencia de estos laboratorios de desarrollo de armas biológicas en Ucrania.
“El subsecretario Nuland tuvo que testificar ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos sobre el conflicto en Ucrania. Durante la audiencia, el senador Marco Rubio (R., Florida) le preguntó si Kiev tiene armas biológicas, a lo que el funcionario respondió que 'Ucrania tiene instalaciones de investigación biológica, de las cuales, de hecho, nos preocupa que las tropas rusas puedan intentar obtener control, por lo que estamos trabajando con los ucranianos sobre cómo pueden evitar que cualquiera de estos materiales de investigación caiga en manos de las fuerzas rusas si se acercan”, dijo ya en marzo. (La Casa Blanca teme que Rusia capture laboratorios de armas en Ucrania).
Por lo tanto, queda probado que todo el gobierno de los EE. UU. estaba al tanto del desarrollo de armas biológicas que estaba promoviendo el propio EE. UU. en Ucrania y su principal temor al respecto era que la información sobre el desarrollo de armas biológicas cayera en manos de Rusia.
En otras palabras, ya está probado que el imperialismo estadounidense utilizó a Ucrania como laboratorio para la creación de un nuevo ejército nazi en el país más grande de Europa, después de Rusia) y como plataforma para el desarrollo de armas biológicas.
Esto demuestra cómo el imperialismo en su campaña terrorista está dispuesto a todo. Vale recordar que las armas biológicas están prohibidas por el derecho internacional promovido y firmado por los propios centros imperialistas. En marzo, Rusia ya había denunciado el desarrollo de armas biológicas en Ucrania con el apoyo de Estados Unidos, en clara violación de los acuerdos internacionales sobre armas biológicas.
Lo anterior demuestra cómo la campaña de Rusia contra el gobierno neonazi en Kiev es más que nada una maniobra defensiva contra las atrocidades imperialistas ya sea en el campo político, militar o sanitario, y es deber de los combatientes antiimperialistas estar en el campo militar de Rusia contra el puesto de avanzada del terrorismo imperialista, como en este caso con el desarrollo de armas biológicas en Ucrania bajo el gobierno neonazi en Kiev.
A continuación, reproducimos un artículo publicado por Granma sobre el tema:
Bajo el disfraz de la colaboración biológica entre Ucrania y EE. UU.
Autor: Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu
13 de marzo de 2022
La noticia puede resultar tan impactante como la de la guerra misma: el Ministerio de Defensa ruso comprobó, documentación incluida, que se experimentó, en laboratorios biológicos establecidos y financiados por EE. UU. en Ucrania, con muestras de coronavirus en murciélagos.
Según trascendió en Sputnik, planeaban realizar, en 2022, trabajos sobre los patógenos de las aves, los murciélagos y los reptiles, y estudiar la posibilidad de transferencia de la peste porcina africana y el ántrax, a través de ellos, hacia Rusia y otros países vecinos.
Ante las evidencias, la subsecretaria de Estado de EE. UU. para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, reconoció que en Ucrania hay «instalaciones de investigación biológica», y que a Washington le preocupa mucho que las tropas rusas se hagan con el control de las mismas. ¿Temor a que se abra la caja de pandora?
Es «absolutamente indignante lo que está haciendo el Pentágono en los laboratorios biológicos creados con dinero estadounidense, usando el territorio ucraniano para llevar a cabo experimentos con los patógenos que luego podrían ser utilizados para crear armas biológicas», aseveró la Cancillería de Moscú.
Es larga la historia del uso de armas biológicas y experimentos relacionados, por Estados Unidos, y la creación de laboratorios, dentro y fuera de su territorio, con este macabro fin.
Recordemos el virus que provoca el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida), y lo que reveló luego, en 1986, el periódico británico Sunday Express, acerca de que pudo haber sido creado por la CIA en laboratorios del ejército estadounidense en Alemania.
La teoría de que el sida se creó en un laboratorio militar de investigación biológica había sido formulada a finales de 1985 por un biólogo soviético, y a esta teoría se sumaron, de forma independiente, los científicos Robert Strecker (estadounidense), Jakob Segal (alemán occidental) y John Seale (británico).
El doctor John Seale se declaró «totalmente convencido de que el virus del sida es fruto de la mano del hombre», mientras Strecker señaló que «no se conoce ningún virus animal que tenga todos los síntomas del sida, por lo que debe haber sido creado genéticamente, de virus diferentes».
A la par, el profesor Jakob Segal, exdirector del Instituto de Biología de la Universidad de Berlín, aseguró que la creación artificial del sida se produjo en un laboratorio secreto de Fort Detrick, en Maryland, Estados Unidos.
Al propagarse la enfermedad por el mundo, la atención sobre su posible origen se centró en el continente africano, y en algunas especies de la gran fauna de esa región. De lo dicho por los tres científicos que basaban su tesis en laboratorios de la CIA, no hubo seguimiento, y la matriz impuesta por EE. UU. fue la de su origen africano, opacando la que involucraba a la CIA.
Hoy, los datos de onu-sida registran 79,3 millones de personas que contrajeron la infección desde el inicio de la pandemia hace casi 41 años, y de ellos, 36,3 millones fallecieron por esa causa.
Como víctima de ataques biológicos desde Estados Unidos, la Revolución Cubana tiene un abultado expediente. Desde fecha tan temprana como 1962, Washington concibió proyectos biológicos y químicos para afectar las cosechas agropecuarias del archipiélago, y hasta para enfermar a trabajadores de la zafra azucarera.
En los años siguientes se introdujo en el país la fiebre porcina, la brucelosis del ganado, el carbón y la roya de la caña, el moho azul del tabaco, la roya del café, afectaciones en las aves de corral y enfermedades en humanos como la conjuntivitis y el dengue hemorrágico, este último causante de la muerte de 158 personas, de ellos 101 niños.
No obstante tales evidencias, el cinismo de los gobiernos estadounidenses los hizo prefabricar acusaciones contra la Isla, que el 10 de mayo de 2002, el propio Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz respondió: «(…) la política de Cuba ha sido intachable. Nunca nadie ha presentado una sola prueba de que en nuestra patria se haya concebido un programa de desarrollo de armas nucleares, químicas o biológicas. Para los que no entiendan de ética, apego a la verdad y transparencia en la conducta de un gobierno como el de Cuba, podrían comprender al menos que hacer lo contrario habría constituido una colosal estupidez…».
Las evidencias que aparecen ahora en laboratorios financiados por EE. UU. en Ucrania, es parte, sin duda alguna, de este historial de la CIA y de los distintos gobiernos de Washington, para usar esas armas en su guerra hegemónica, en este caso contra Rusia.
Sin embargo, aunque sumen decenas los años de experiencia de la CIA y de los gobiernos estadounidenses en la fabricación y uso de este tipo de armas de exterminio en masa, está por ver la primera condena colectiva a acciones tan execrables del intocable imperio.
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